En el marco de la exhibición del documental Silencio radio, entrevistamos a la periodista Carmen Aristegui, protagonista del mismo. Carmen, una voz imprescindible en el panorama mediático mexicano, nos cuenta su perspectiva sobre el periodismo y el compromiso ético, social y político que desde su ejercicio contribuye al mejoramiento de las condiciones de vida de la población; ya que informar no es un ejercicio que se agota en sí mismo, sino en la reacción de una sociedad indignada por la corrupción y la impunidad.
Asimismo, expone con suma claridad cómo la resiliencia es una forma de resistencia en un mundo donde el confort puede ser bastante más tentador —por redituable, pero sobre todo por seguro—. En efecto, en un país donde se amordaza a periodistas por medio de todo tipo de violencias y mecanismos de censura, el testimonio vivo de Aristegui y su equipo expone un estado de las cosas que convierte al periodismo en una labor de muy alto riesgo, aunque noble, necesaria y fundamental en la democracia.
¿Qué te llevó a ser periodista?
Buscaba mejorar el estado de las cosas en el país. Cualquier carrera puede contribuir a eso, pero pensaba que el periodismo podía satisfacer mi aspiración por llevar asuntos relevantes a la sociedad.
¿Es una labor ingrata?
Depende cómo la veas. Tiene cosas frustrantes porque cuando compartes una noticia, aunque lo principal es que la gente sepa, también se aspira a que la exhibición de un asunto de corrupción que no corresponde a la legalidad eleve el nivel de exigencia a los responsables de atender ese asunto, pero muchas veces en México eso no sucede. Alguna vez recuperaba la frase de un conocido que decía que México era el país donde había puros prófugos de la opinión pública, porque la gente podría pensar que alguien debe estar en la cárcel, pero no ocurre nada para que el proceso judicial o de rendición de cuentas llegue a circuitos formales. De cualquier forma, es muy estimulante cuando la sociedad tiene una nueva noticia para formar parte de su comprensión de la realidad; los periodistas siempre estamos tratando de retratar fragmentos del rompecabezas de lo real.
Te hago esta pregunta desde una discusión añeja del periodismo, pero ante su presunta neutralidad, ¿se vale tomar postura frente a la realidad?
Aunque suene contradictorio se puede combinar la objetividad con la opinión. Por un lado, los periodistas deberíamos ser aquellos que puedan presentar al público los datos para que el lector tenga el mayor número de elementos para tener un panorama amplio de un fenómeno. Sin embargo, el periodismo también tiene herramientas como la crónica o los artículos de opinión, donde el periodista o analista tiene derecho a presentar un mayor grado interpretativo. La llamada objetividad, incluso en la nota informativa, es una aspiración que me parece fuera de lugar porque la subjetividad es permanente desde el momento en que se elige un tema y no otro, un ángulo y no otro, unos datos para sustentar un reportaje y no otros. Lo que sí, se debe exigir a un periodista que busque la equidad, independientemente de su carga subjetiva sobre un evento. Lo que no se vale, definitivamente, es “vender” —o sin comillas— como una entrevista periodística algo que fue convenido a cambio de un beneficio. Esa tarea disfrazada de periodismo es mercenaria, y acaba mezclándose al momento de revisar los medios de comunicación.
¿Cómo es hacer periodismo en México, un país con esta composición política y social?
Diría, ¿en qué parte de México? Hacer periodismo en las partes de México en donde está el crimen organizado como la fuerza dominante puede costarte la vida. En México, trágicamente tenemos una lista demasiado larga de periodistas que han sido asesinados. Y salvo algunos casos que se convierten en emblemáticos como el de Javier Valdez, donde se señala a uno de los miembros del cártel de Sinaloa como presunto autor intelectual, son pocos los ejemplos que tienen una repercusión de alto impacto, y aún así no se sabe con claridad por qué se mata a periodistas o quién los mata; hay una impunidad brutal.
Sé que los periodistas no somos entes especiales que deban ser procesados diferente que el resto de la sociedad, pero hay un componente que debemos destacar y es que si bien es cierto que matar a alguien es inaceptable e inadmisible, matar a un periodista significa también matar derechos de la sociedad pues se asesina el derecho a saber.
Que ese periodista sea asesinado es terrible para él, para su familia y su entorno, pero también es muy grave ese factor adicional. Ese periodista no informará más ¿y quién es víctima del asunto?, la sociedad que no tendrá ese insumo fundamental para una democracia que es la información.
En otros lugares, donde no hay peligro a tu integridad física, el riesgo es para la calidad informativa. Por ejemplo, muchísimo dinero público se ha repartido a los medios a lo largo de años y, desde luego, eso trastoca la libertad editorial. Si tienes contratos con los grandes consorcios mediáticos de este país, la libertad del periodista que trabaja en un medio que tiene millones de pesos de presupuesto de publicidad gubernamental obviamente tiene un condicionante editorial bastante fuerte, y eso también es trabajar en México en materia periodística.
Silencio radio habla de la brutal persecución que se ejerció contra los periodistas de diversas formas, desde la amenaza, el hostigamiento, el allanamiento y el espionaje. Ante esto, ¿crees que fuiste considerada enemiga del Estado por parte de Enrique Peña Nieto?
Lo que Peña Nieto piense de nosotros como periodistas lo dejamos a la interpretación, pero las conductas por parte de las instancias del Estado demostraron un mal uso de sus herramientas. Debe investigarse la utilización de recursos públicos para tratar de aniquilar, literalmente, de la escena pública a un grupo de periodistas que hicieron trabajos de investigación que incomodaron y nunca recibieron una respuesta cabal, ya que un gobierno que se atreve a emplear recursos tan poderosos como fue Pegasus —comprado con dinero nuestro— para espiar de manera brutal a activistas, abogados y gente relacionada con casos tan emblemáticos como Ayotzinapa o la Casa Blanca de Peña Nieto, son hechos tan graves que trascienden la falta administrativa y podrían tipificarse como delitos cometidos por la propia autoridad en los más altos niveles. En mi caso, el extremo de espiar a un adolescente como mi hijo, te habla de una instancia gubernamental absolutamente inescrupulosa, siniestra. Volviendo a la pregunta anterior, hacer periodismo en México también puede llevarte a un acoso judicial de cinco o más años; una atrofia gravísima a la democracia que permite que elementos diseñados para hacer justicia se utilicen para resoluciones judiciales totalmente adversas a la libre expresión que siguen siendo parte de un poder judicial que tiene que ser claramente renovado.
El Estado que parece fallido pero no lo es al momento de perseguir, amenazar y amedrentar… aunque el documental tiene una parte esperanzadora, que es cómo construyes con tu equipo esa resiliencia que permite enfrentar el autoritarismo. ¿Eres la misma persona después de la Casa Blanca y de la persecución de Peña Nieto?
En nuestro caso (porque quiero hablar de un grupo de periodistas) nos ha hecho reforzar nuestra convicción en la tarea que hacemos. No hay arrepentimiento, al contrario. Aunque los ataques han sido apabullantes por agresivos y persistentes, al hacer un corte de caja valió la pena dar batalla como la dimos. Como dije en una presentación, esta batalla es por nuestra libertad. En estos momentos me siento fuerte, convencida de que hicimos lo correcto y que si volviera a suceder una situación así, haríamos lo mismo. La otra alternativa era callarse por mantener un estatus favorable, una zona de confort. Son pocas las oportunidades que te da la vida de tomar decisiones que van a cambiar en muchos sentidos tu relación con los demás y tu propia percepción frente al espejo; no quiero presumir, pero siento que todo ha valido la pena porque hoy tenemos un grupo de periodistas independientes que se logró establecer en Internet, porque las concesiones de radio y televisión están en manos de quienes están y así era imposible que aspiráramos a recibir apoyo para el desarrollo de nuestro trabajo en el espectro radioeléctrico que no es propiedad de Ricardo Salinas Pliego, de Emilio Azcárraga, de Bernardo Gómez, ni de Joaquín Vargas, aunque ellos actúen como si fueran dueños.
Nosotros nos tardamos en hacer el programa en vivo porque buscábamos hacer una transmisión con criterios profesionales, a la altura de lo que hacíamos antes y que llegara a una audiencia robusta. Se acabó el sexenio de Peña Nieto y empecé a recibir invitaciones de la radio. Entonces logramos una alianza con Grupo Radio Centro que nos permitió mantener el portal de noticias en vivo y que ellos transmiten a varias estaciones de radio abierta en el país.
¿Crees que la sociedad mexicana no valora suficientemente al periodismo?
No, yo creo que la sociedad mexicana comprende perfectamente el valor y la importancia del periodismo, quizá no quiere a algunos periodistas o a un modelo mediático que no ha privilegiado la libertad de expresión, pero eso no significa que no entienda el papel esencial del periodismo en la democracia. Lo que el público valora en México es que hay gente de primerísimo nivel desempeñando con responsabilidad su trabajo.
La sociedad siente un distanciamiento de los grandes consorcios mediáticos que han sido parte de un sistema a lo largo de décadas que no privilegió el derecho a saber, sino que puso el interés político y corporativo por encima de lo que debería ser el eje de actuación de los medios de comunicación. Claro que ha habido un reclamo histórico.
Te lo pregunto precisamente porque en esta época de declarada transformación, desde el oficialismo se ha enarbolado mucho la bandera de que el periodismo está en contra de la sociedad, con una generalización un tanto burda, diría yo. Entonces, ¿cómo es hacer periodismo ahora?
No podemos negar que en algunos espacios periodísticos existe información de alto impacto cuyo origen y promoción pudieran motivarse por otro interés que no sea el informativo. Hay acusaciones muy conocidas donde se recurre al periodismo para hacer agenda de algún tipo, pero también hay medios con periodistas de alto rigor que están en organizaciones que el presidente sataniza. Entonces, hay que confesarlo, hay una suerte de sentimiento encontrado, ¿se recurre al periodismo para atacar a la 4T o hay un golpeteo político? Lo que creo es que quien debe mandar es la información. Más allá del contexto de quién y cómo se dijo algo, habría que preguntarse si es un asunto de interés público y si la información fue validada; creo que desestimar el contenido de las investigaciones por los otros elementos, como la confusión sobre qué mano mece la cuna, también sería un error.
Dentro de los desafíos que tenemos están estos cruces de intencionalidades, por eso debemos presentar la información tal cual es. Además, estamos expuestos a situaciones que generan un cruce de acusaciones en redes sociales donde hay una virulencia tremenda que es muy válida, pero que también contiene intervención de maquinarias que trastocan gravemente el sentido de una conversación social. Que cada quien diga lo que quiera, pero que sea legítimo porque en las redes sociales se le quita a la sociedad una herramienta que es la conversación libre, sin bots.
¿Cuál es la pertinencia del periodismo ante estas nuevas herramientas?
Nosotros llegamos a lo digital porque había que construir un espacio alternativo después de un intento de golpe de censura cuando le pregunté a Felipe Calderón si tenía problemas de alcoholismo. Tuve que irme de la radio por quince días —una cosa bastante exótica— y me exigían que me disculpara, pero no lo hice porque yo tenía el derecho a preguntar. Desde ahí supe que uno siempre está vulnerable, por lo que empecé sin prisa pero sin pausa a crear nuestro medio independiente en Internet, que es Aristegui Noticias. Cuando fue el caso de la Casa Blanca, esto fue lo que nos permitió tener un espacio de actuación como periodistas. Después trabajamos consistentemente en el sitio y cuando estuvimos seguros, sacamos el programa en vivo que acaba de cumplir tres años, lo cual me parece impresionante. Logramos ser estables durante dos años sin necesidad de aliarnos con otro grupo radiofónico, y ahora la alianza con Grupo Radio Centro nos permite crecer más con la apuesta de construir desde lo digital un espacio de periodismo independiente. Así que yo diría, ¿cuáles son las alternativas? Todo aquello que los periodistas podamos hacer para favorecer la libre expresión, la libertad editorial y el ejercicio crítico de las cuestiones noticiosas desde la plataforma que cada quien pueda encontrar. Cuando te lanzas a un proyecto independiente hay mucho que aprender en el camino. No es fácil, pero si lo logras es muy entrañable porque esto también se construye con el público; una muestra permanente de solidaridad es que siguen el sitio y permiten que este equipo de periodistas pueda mantener su trabajo.
Leopoldo Maldonado es subdirector de Artículo 19 en México y Centroamérica. Maestro en Derechos Humanos y licenciado en Derecho, ha representado por once años a víctimas de violaciones a derechos humanos en materia penal y constitucional. También es docente en la UCSJ.
Esta entrevista se encuentra, junto con otros textos sobre cine documental, en la versión impresa de La Revista Ambulante, a la venta en www.ambulante.org/tienda/
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