La sección Retrovisor promueve obras audiovisuales de archivo que, desde su distancia temporal, contribuyen a interrogar de manera crítica el presente. La vocación de esta sección también es posibilitar que las cintas de archivo convoquen a nuevos públicos, y así expandir su vida más allá de los sitios que las resguardan. Este último eje fue el motor principal detrás del programa de Retrovisor 2024.
Hoy en día, el cine de y desde las comunidades está cada vez más presente en el panorama de la producción audiovisual. La intención al proponer este programa es (re)conocer y dimensionar documentales que décadas atrás propusieron miradas con una perspectiva comunitaria. “Miradas para habitar” reúne dos cortometrajes y un mediometraje que nos invitan a pensar en las memorias, la organización y el pensamiento colectivo como alternativa para habitar la realidad.
La primera obra es Teat Monteok. El cuento del Dios del Rayo, que fue resultado de un taller de cine impartido a un grupo de mujeres en San Mateo del Mar, una comunidad ikoot del Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. Dicho taller fue organizado en 1985 por el Instituto Nacional Indigenista (INI) y representó un esfuerzo estatal muy importante por acercar a mujeres de pueblos originarios al medio audiovisual. Elvira Palafox, la directora, era artesana tejedora antes que cineasta; en las imágenes que nos propone se encuentra irremediablemente su virtud en el oficio. Ella entreteje no sólo diversas imágenes, sino dimensiones temporales: pasado y presente se confunden para adentrarnos en la historia sobre el origen del pueblo ikoot, al tiempo que se develan las actividades cotidianas de su comunidad.
Murmullos del volcán emerge de un proceso de capacitación audiovisual impulsado, de igual modo, por el INI en Michoacán durante los años noventa. Valente Soto, un maestro de Angahuan que formó parte de ese proyecto, se volvió un referente en la realización audiovisual del pueblo purépecha. Desde un sentido de pertenencia y cercanía, en Murmullos del volcán Soto logra una película entrañable donde recupera y ensambla relatos en torno a la erupción del volcán Paricutín y los modos en que transformó la vida de los habitantes de la región. Los recuerdos de los ancianos que vivieron en carne propia la catástrofe emergen como murmullos que apenas permanecen en el tiempo. El volcán quedó en la memoria colectiva de estas comunidades, que han hecho de él un personaje en las pirekuas (canciones tradicionales purépechas).
Por su parte, Nuestro tequio se enmarca en el mundo de la comunalidad, la autogestión y un movimiento político en la sierra zapoteca de Oaxaca. Durante las décadas ochenta y noventa la Asamblea de Autoridades Zapotecas y Chinantecas de la Sierra (Azachis) fue un referente en los procesos organizativos y de movilización social, basados en principios comunitarios, para afrontar diversos problemas de los pueblos de la región. La Azachis creó la Comisión de Relaciones para documentar sus actividades a través del audiovisual y la fotografía; de esa encomienda surge Nuestro Tequio, que retrata la vida comunitaria cuando toma imagen y cuerpo en la fiesta, el tequio y la asamblea. En el documental hay cinco minutos de diálogos en zapoteco sin traducción al castellano, debido a diversos y complejos factores. Además de las limitaciones para entender este fragmento, invitamos al espectador a considerarlo como un llamado de atención para pensar en la diversidad del pasado y de los idiomas en que nos habla.
Teat Monteok y Murmullos del volcán son preservadas y digitalizadas por el acervo Alfonso Muñoz del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. Nuestro Tequio forma parte del acervo de la Azachis y la copia digital para esta Gira se hizo gracias a la colaboración de Martha Colmenares (integrante y enlace de la Comisión de Relaciones de la Azachis), Yerid López Barrera, Laboratorio Audiovisual de Investigación Social (Instituto Mora) y Ambulante.
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