Siempre me daban miedo sus fotografías hasta que me di cuenta de que en ellas estaba nuestra historia”.
Su aseveración evidencia el poder del trabajo de la fotoperiodista italiana en la memoria de un pueblo oprimido y violentado por la mafia.
Ante la trascendencia de un instante retratado por la cámara, ¿cómo encontrar la mejor manera de representar lo que vemos? La fotografía tiene la particularidad de volver eterno un segundo, pero cuando el sujeto que queda congelado en el tiempo es un niño asesinado y abandonado en la calle o una prostituta muerta junto con dos de sus amigos por intentar vender droga en Sicilia, ¿cómo posicionarse frente a los sujetos?
En el documental de Kim Longinotto, la celebración al trabajo y la vida privada de Letizia Battaglia propone una alternativa: capturar, aunque sea a víctimas y victimarios, desde el amor. Es así como esta película parece tener como eje temático el romance. No solo el de Letizia por sus amantes y por la libertad, sino también el de la protagonista por el pueblo de Sicilia. En ese sentido, su trabajo adquiere una dimensión ética que vale la pena reconocer. Tan es así, que la misma artista confiesa en el documental que fueron varias las ocasiones en que no quiso tomar una fotografía de momentos que identificaba clave para la historia de Italia, pero que para ella implicaban demasiado dolor, como el asesinato del juez Giovanni Falcone.
Disparando a la mafia es un documental sobre las posibilidades de representación. Por un lado, de las víctimas de un conflicto profundamente complejo y sádico, como es la mafia en Italia (con su inevitable resonancia a los modos de operar del narcotráfico en México), y por otro, del trabajo de Letizia Battaglia. La mirada de Longinotto y los testimonios que comparte Battaglia profundizan en las complejidades de ser una fotoperiodista y política en el auge del control de la ciudad por parte de la sociedad criminal Cosa Nostra, oscilando entre la agresión inherente a quienes representan una amenaza para los mafiosos, y el machismo que le dificultaba incluso entrar a la escena de un crimen; trascendiendo un retrato superficial de la vida y obra de la fotoperiodista, y más bien vinculando su intimidad con el contexto sociopolítico en que habitaba.
Cuando Letizia Battaglia dice “Quiero quemar mis fotografías, quitarle lo bello que la gente ve en ellas”, invita a una reflexión sobre la pertinencia de los criterios estéticos en la apreciación del fotoperiodismo. Las fotografías de cuerpos ensangrentados, de gente sin dedos o de rostros agonizando, por mencionar tan solo tres ejemplos que son parte del trabajo de Battaglia, requieren de un ejercicio de reflexión sobre los modos de representación de la violencia y de las formas de consumo que tenemos nosotros como espectadores frente a ellas. Quizá la solución está, como dice Letizia en la siguiente cita, en actuar siempre desde el cariño y el respeto:
Cuando tomo fotografías de las personas, quisiera decirles que lo estoy haciendo con amor”.
Magaly Olivera es editora de Ambulante. Fue ganadora del VIII Concurso de Crítica Cinematográfica Alfonso Reyes “Fósforo” de FICUNAM y finalista del II Concurso de Crítica Cinematográfica del Festival Internacional de Cine de Los Cabos. Ha publicado en medios como Icónica, Cinegarage, Correspondencias, Punto de Partida, Código y Tierra Adentro, entre otros.
Zacatecas 142-A, Roma Norte, Cuauhtémoc, C.P. 06700, Ciudad de México