*Este texto se publicó originalmente en La Revista Ambulante 2021, de libre descarga aquí.
Una película de policías ¿es en realidad una película o es más bien un experimento? Los personajes que conocemos son reales. Lo que nos cuentan es producto de una serie de entrevistas que Alonso Ruizpalacios, su compañero en el guion David Gaytán y el equipo de la película hicieron a Teresa y a Montoya (personas reales) para entrar a su alma a través de sus experiencias como integrantes de los equipos policiacos de la Ciudad de México. Pero a quienes vemos en la pantalla es a una pareja de actores (Mónica del Carmen y Raúl Briones) que interpretan lo que Teresa y Montoya narraron y que el equipo de producción ha montado a manera de escenografía espiritual para que Mónica y Raúl desarrollen el “papel” frente a la cámara.
Es un no-documental en el que la ficción (que surge de entrevistas estrictamente documentales) es parte de una larga serie de herramientas que construyen una narrativa dúctil, casi fantasiosa. En ella quien nos cuenta esas experiencias de policías es real pero el rostro es el de una actriz, un actor, un vehículo que nos deja sentir lo intenso, lo satisfactorio de ser policía en esta ciudad. Pero Una película de policías también es, si lo vemos a través de esta definición, un espejo de feria. Uno en el que la realidad se presenta manipulada por un cruce de ficción-realidad-no ficción-realidad distorsionada, para que las pesadillas también formen parte de lo que vamos a conocer de los personajes reales y de quienes les interpretan. Por un lado la luz de ser policía, por el otro, las profundas heridas que provoca convertirse en uno en un país como México.
Esta es una entrevista con Mónica del Carmen. En la película Mónica interpreta a Teresa y para hacerlo tuvo que infiltrarse en la Academia de Policía para cimentar su trabajo y encarnar a otra mujer que había recorrido ese camino.
Erick Estrada: La idea de navegar entre ficciones —o entre realidades— comunica la parte más humana de personajes que solemos deshumanizar de entrada. Cuando vemos a alguien con uniforme, en particular en México y en particular en uniforme de policía, solemos deshumanizarlo. A ustedes les tocó meternos en esas capas.
Mónica del Carmen: Hubo varias partes antes de llegar al guion que fue quizá la última etapa del proceso. Antes tuvimos un entrenamiento dentro de las academias de policía en la Ciudad de México y cuando llegó, el guion era una recopilación de todo lo que habíamos vivido, pero también un guion que ya habían escrito con referencia a Teresa y Montoya con sus historias reales. Lo que intentábamos Raúl y yo era infiltrarnos en la policía, conocer a los cadetes que son como la génesis de un policía. Y entender el origen de una policía como la que tenemos. Creo que lo más difícil fue la calle como policía, el patrullaje como policía y las academias. La ficción ya es algo que manejamos muy bien, creo. Nosotros conocimos a Montoya y a Teresa mucho después de haber iniciado el proceso de la película. Les conocíamos a partir de cómo hablaban, de sus entrevistas. Lo loco fue cuando les conocimos cara a cara. Muy pocas veces encuentras la oportunidad de que se te desdoble el personaje.
EE: Ahora que estamos hablando de doblar y trenzar los géneros, por un lado la ficción, por otro lado el documental, ¿qué tipo de cicatrices como gente de teatro, de cine, te deja este juego de dramas-ficciones-documentales de lo irreal?
MDC: Entender cómo funciona la desigualdad. Cómo funciona la falta de oportunidades para personas indígenas, para personas de escasos recursos. Cómo el acceso a la educación se vuelve algo que marca tu trayecto en la vida. En la policía hay resentimiento de fondo ante la desigualdad. Esa desigualdad y ese impulso de no aguantar también provoca cosas muy podridas dentro de la policía. Creo que mientras no pongamos sobre la mesa esa desigualdad y procuremos trabajar en ella, esos estratos de la policía jamás serán sanos. Llegan ahí por cuestiones de desigualdad y eso es lo que más me duele, ver que son personas como yo, que vienen de pueblos como yo, que buscan un montón de cosas, un montón de oportunidades y las oportunidades fueron mínimas. Esa es una cicatriz que en mi trabajo como creadora, como actriz, siempre estará ahí. Marca porque siento que más allá de ser una actriz dentro de esta película, en ella también se debate si existen policías buenos, si hay policías que quieren hacer bien su trabajo, que la policía que tenemos también depende de nosotros.
EE: La película nos hace preguntarnos si no es que nosotros, como no policías, somos en buena parte culpables de lo que llamamos una mala policía.
MDC: Tuvimos la oportunidad de estar en Neza, en Sinaloa y en la Ciudad de México. Las tres policías son totalmente distintas. Los sueldos que se manejan en el norte son completamente distintos a los que se manejan en la Ciudad de México o en Neza, en donde vive una comunidad indígena muy fuerte y siguen manteniendo una organización comunitaria muy potente; son personas muy cercanas a su comunidad. Los de Sinaloa están atendiendo un tema muy poderoso como es el narcotráfico. La película intenta colocar temas sobre la mesa, de entender que no es algo homogéneo, que es algo que tiene muchas aristas y que el ciudadano es parte integral de este mecanismo de corrupción al no exigir justicia ante las cosas, al no involucrarse en los procesos para tener gobernantes que sean humanos.
EE: Y me imagino que eso lo sentiste o lo tuviste muy de cerca con el trato que la gente y los otros cadetes te daban.
MDC: Son personas muy jóvenes, con muchos sueños, con ese sueño del policía bueno que va a salvar al mundo. Yo creo que muchos de los espectadores se harán esta pregunta, ¿qué idea tengo del policía? ¿Qué idea tengo yo de la persona que es un policía? ¿Cómo lo miro? ¿Cómo viven? Muchas veces piensan que son supermalos y que andan con sus armas extorsionando y robando y queriéndote desaparecer. Y claro que los hay, pero hay otras personas. Nosotros conocimos a esas otras personas y eso fue muy humano. No acabas igual que como empezaste, nunca. Ese personaje ya es una cicatriz. Pasé por este proceso para entender en carne propia las motivaciones de personas como las que quieren ser policías en este país.
EE: ¿Esta película la deberían de ver los policías? ¿Llevarla a las academias y decirles “ve lo que pasó con estos dos”?
MDC: Totalmente. Esta película se hizo muy de la mano de altos mandos de la policía, sin esas personas no hubiera sido posible la realización. Es una película que también rinde honor a esas personas porque las humaniza y las puede llevar a entender que su trabajo sí es muy importante y por eso necesita mejorarse. Ya la han visto. Aparecen policías buenos y policías malos. Y también hay ciudadanos buenos y ciudadanos malos. Es un todo. La deben ver porque ellos son parte del cambio, ellos también son parte de procurar el cambio.
EE: Claro. Es una película que aboga por una reconciliación social. A la hora de “descomponer” la realidad nos pide abrir los ojos y comenzar a establecer este cambio, una reconciliación con cuerpos sociales a los que por default solemos despreciar y oprimir.
MDC: En la función de la Cineteca les preguntamos si, como espectadores, después de ver esta película verían a un policía de la misma manera. Muchos dijeron que no. Se trata de mirar dónde está una persona que es policía, de visualizarlo dentro de nuestro ambiente cotidiano. La película lo hace. En Neza tienen algo que se llama aproximación ciudadana. Los policías y las policías van y se acercan al mercado, a las calles, comparten su WhatsApp y se presentan. Es un acercamiento, un comienzo. Con tu trabajo, en la crítica a piezas como Una película de policías, también se pone el tema sobre la mesa en varios estratos. Y creo que esta película con toda esta campaña de impacto de parte de No Ficción y de Netflix va a originar pláticas poderosas para comenzar ese acercamiento y ese trabajo que también tenemos que hacer. Porque es evidente que estamos en peligro si no atendemos eso como personas, como comunidad.
Erick Estrada es cofundador del proyecto Cinegarage, enfocado a la crítica cinematográfica. Ha sido jurado de los festivales Mórbido, Macabro, Shorts México, FICMonterrey, DocsMX y del Concurso de Crítica Cinematográfica del Festival Internacional de Cine de Los Cabos. Produce un podcast dedicado al cine que cuenta con más de 1,090 episodios.
Zacatecas 142-A, Roma Norte, Cuauhtémoc, C.P. 06700, Ciudad de México