Una estrella de pornografía gay se presenta ante el lente documental. Espectáculos en vivo, montón de seguidores en internet y películas premiadas en Berlín forman la pasión y orgullo de Jonathan Agassi, un fanático del sexo cuyo renombre garantiza un lugar fijo en el medio. Por otro lado, su vida familiar, enfocada en la relación cercana con su madre, revela la apertura excesiva del hijo y su trabajo; el cariño mostrado a través de llamadas de Skype y visitas a su hogar en Tel Aviv también tendrán una presencia inherente en su profesión.
Del reconocido documentalista Tomer Heymann —Mr. Gaga (2015), Who’s Gonna Love Me Now? (2016)— y la cámara de Addie Reiss, Jonathan Agassi salvó mi vida (2018)figura un retrato íntimo de las emociones guardadas. El título del documental, en palabras de su protagonista Jonathan Langer, refiere a su alter ego como un personaje que le ayuda y da fuerza para seguir adelante. Agassi es el resultado de años de menosprecio de su padre y entorno, haciendo que “maricón” pase de ser insulto a un estandarte de orgullo.
A través de dos tipos de cámara —la pornográfica y la documental— comprendemos la fachada compleja del personaje. La intimidad de Agassi, expuesta como una presencia corporal fuerte, muestra la imagen del sujeto sexual más vívido en pantalla. Langer, por otro lado, denota vulnerabilidad al mencionar la ausencia de su padre y recuerdos de la niñez. La dualidad de Jonathan será manifestada en el consumo desmedido de sexo y drogas.
Partiendo de la inestabilidad emocional de Jonathan, Heymann consolida el reflejo humano de cualquier vacío interno. La sensibilidad íntima de la cámara sale de la imagen que presentamos al mundo y la confronta con la imagen de lo que en realidad somos; si hablamos de la extravagancia de una persona sabremos que consiste en la sencillez de sus problemas. Como toda contraparte necesaria, Anna Langer, su madre y confidente, ofrece un balance de aceptación en su vida. Sin embargo, el cariño compartido con su hijo no garantiza la salud mental en su plenitud.
Jonathan Agassi es una figura que debe tomarse en cuenta. El buen mozo que domina las pantallas más vistas de internet es también una persona insegura en busca de aceptación. La adicción al crack que consume su realidad y juicio será la ruta para desentrañar el límite nunca antes planteado del exceso. Como tal, el ojo documental será clave para comprender la realización pendiente del sujeto; el reflejo es consecuencia de la empatía en torno al vacío.
Rodrigo Urbina es editor y diseñador sonoro ocasional. Ganador del VIII Concurso de Crítica Cinematográfica “Fósforo” Alfonso Reyes, en el marco del FICUNAM. Ha colaborado en Correspondencias. Cine y pensamiento y publicado en la revista Punto de Partida. Actualmente tiene una columna de crítica de cine en Hexen Mag.
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