Querida mamá:
Últimamente me he encontrado con la tarea de hablar y defender mi ascendencia. Vivo en este México tan diverso que elegiste como tu casa y me toca explicar mis, tus, nuestras raíces; es extraño y a la vez gratificante. Al decir que soy afrolatina, hay gente que me mira como si estuviera abordando un tren sin boleto, pero que se siente con derecho a hacerlo como si fuera un privilegio… cómico, ¿cierto? Desde que tengo conciencia, puedo recordar que mi raza y etnia siempre han sido cuestionadas. Ahora entiendo cuántas afrolatinas, como tú, han luchado para descubrir dónde “encajan”.
Soy demasiado clara para ser negra, tengo el cabello demasiado rizado para ser hispana. Pienso en ti constantemente, y aunque recuerdo tu fuerza y tu entereza, recuerdo también una constante lucha con tu identidad. ¿Te acuerdas cómo pasábamos largas jornadas en el salón? ¿Los fuertes y dolorosos tratamientos químicos a los que te sometías con tal de ocultar tus rizos? Ese afro que llevabas con tanto orgullo incluso en la URSS.
A veces creo que México se burló de ti, de tu pelo y de tu descendencia. Recuerdo cómo intentaste cambiar tu acento dominicano por uno más “neutro”, “más mexicano”, incluso pensaste en arreglar tu nariz para que no fuera tan ancha. Y con mis ojos de niña vi todo, y también aprendí a negar mi negritud; reclamé ser más mexicana que tú y que mi hermano. Pensé que era mejor por haber nacido aquí… Pero ahora entiendo que la identidad y el sentido de pertenencia son cuestiones complejas.
Me alegra decir que lentamente el mundo está cambiando y ahora estamos encontrando nuestras voces. Los dominicanos están hablando de su negritud, ¡y los mexicanos también! ¿Puedes creerlo? El camino es largo y esto recién comienza; las explicaciones son complicadas y aún persisten el racismo y la mala educación, los estereotipos y los mitos. Tenías razón cuando decías
la ignorancia es el arma más peligrosa”.
Ahora entiendo muchas cosas que mencionaste que enfrentaría, y que en su momento me parecían ajenas. En mi propia búsqueda de identidad me doy cuenta de una realidad que quise esconder por mucho tiempo.
Es agotador tener que responder constantemente a la pregunta ¿qué eres? No fue hasta que me hice adulto que esto se volvió evidente. Y ahora entiendo que cuando hablábamos de estos temas me querías proteger de ese rechazo.
Me enorgullece decir que soy lo mejor de dos e incluso de tres mundos. Mi herencia es profunda. Mis raíces hispanas y mis raíces africanas se entremezclan. Mis ancestros se remontan a todos. Amo ser latina. Mi bandera dominicana y mexicana están en alto. Y no las callo.
Me encanta ser afrodescendiente. Difundir mi ascendencia donde quiera que vaya y no me importa a quién moleste o incomode. Aprender que soy afrolatina ha sido algo realmente único y hermoso; definitivamente tiene sus desafíos, pero me enorgullece. Cuando me sentí cómoda con lo que soy, me di cuenta de que no tengo que elegir lados, ¡simplemente soy! Soy mexicana, soy dominicana y soy neoyorquina. Estoy muy orgullosa de ello. Elegir un lado sobre el otro es negar partes de lo que me hace ser yo. No tengo que validar mi negritud o mis raíces hispanas con nadie. Si ser afrolatina crea confusión, ¡lo siento y no! Tu espíritu corre profundo en mí, quería que lo supieras.
Tatiana García Altagracia. Fotos cortesía de la autora
Marina Altagracia Martínez. Fotos cortesía de la autora
Tatiana García Altagracia es licenciada en Comunicación, con maestría en Producción de Cine por CCNY, y una certificación en Producción por NYU. Fue directora asociada de Cinema Tropical y coordinadora del programa de Producción de Cine y TV en New York Film Academy. Actualmente produce cine y televisión, y es locutora y productora del programa Negritud en Convoy Network.
Esta carta se encuentra, junto con otros textos sobre cine documental, en la versión impresa de La Revista Ambulante, a la venta en aquí.
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