Arnau Gifreu ha desarrollado una trayectoria que atraviesa la reflexión teórica y la producción audiovisual en diversos centros de investigación, festivales de cine y universidades. Desde hace un año comenzó una sólida colaboración con Ambulante en la gestación y desarrollo del CoLaboratorio, espacio para el encuentro y la formación de creadores mexicanos que experimentan con formatos multiplataforma para la no ficción. Esta entrevista repasa algunas posibilidades para el documental en el siglo XXI.
En una época de transformaciones tecnológicas que impactan al mundo, nuestra relación con las narrativas audiovisuales se transforma. En el campo de la no ficción, ¿cómo definir el documental multiplataforma, interactivo, transmedia e inmersivo?
El documental audiovisual se divide normalmente en tres actos diferenciados y el tipo de recepción es más pasiva que activa: lo que hace el espectador es decodificar el mensaje a través de las imágenes, el montaje y el discurso, sacando su propia interpretación de lo que observa, pero siempre a partir de una propuesta autoral original. Con la llegada de Internet y la World Wide Web en los años noventa, emergieron nuevas direcciones para el documental. La interactividad se añade como una posibilidad más, y empiezan a surgir nuevas nomenclaturas y adjetivaciones, tales como “interactivo”, “transmedia” e “inmersivo”. Una de las más exploradas es la del documental multiplataforma. Se trata de un tipo de documental que narra una historia usando varias plataformas simultáneamente, y a su vez ciertos componentes pueden ser (o no) interactivos. Al ser de naturaleza multiplataforma, puede explorar la misma historia pero variando el medio, lo que afectará en cierto modo al mensaje en términos de “adaptación” más que de “expansión”. Es decir, se cuenta la misma historia en diferentes plataformas. Cuando nos referimos al documental transmedia, contamos partes o facetas de un relato usando diferentes plataformas, y además en esta variante sí resulta clave la interacción y contribución de los usuarios. La última tendencia que se está consolidando en la actualidad es el documental inmersivo, que genera entornos de video o tridimensionales para ubicar al usuario dentro del propio escenario de un modo inimaginable en las expresiones documentales anteriores. Combinando varias de estas formas todo es posible y todo está por hacerse.
¿Existe continuidad entre el documental lineal y el interactivo? ¿Cómo se pueden reconciliar las diferencias entre ambos?
Para abordar esta pregunta vamos a argumentar la respuesta desde cuatro aproximaciones: la voz del autor, la recepción, el modelo de negocio y la preservación del producto. En relación con la voz del autor, existen ciertas semejanzas, pues se trata de un discurso autoral donde en sendos casos la voz del autor-director continúa siendo tan importante como siempre. En el documental tradicional se podría considerar que el director tiene más poder discursivo, pero eso es igual de importante en el caso del interactivo, porque este se convierte en un diseñador de caminos y rutas, con más responsabilidad incluso a veces que en el caso lineal. El tipo de consumo en relación con la recepción es diferente, pues en el caso de los nuevos medios no estamos hablando de un público que va a una sala de cine o consume documentales en la televisión, sino más bien en un ordenador u otro dispositivo electrónico. Las fases de producción, financiación y modelo de negocio también varían significativamente de un caso a otro: en el documental no transmedia están más consolidadas y existe un circuito; en el caso interactivo se están generando nuevos modelos, pero falta encontrar uno sólido. La preservación digital está asegurada en un producto lineal —ya sea que se almacene en un DVD o un disco duro—, pero no en el caso de proyectos muy complejos tecnológicamente que dependen de diferentes programas para servir. Si una tecnología deja de usarse, funcionar o no se actualiza, se ejerce un efecto dominó y todo el proyecto interactivo, transmedia o inmersivo se vuelve inaccesible, desapareciendo del hiperespacio y de la realidad.
Hablando sobre propuestas de no ficción, ¿de qué manera los medios digitales interactivos y en línea crean nuevas lógicas de representación de la realidad?
Al existir una interfaz como mediadora de la experiencia, nos encontramos con modos diferentes a los “tradicionales” de representar la realidad, quizá más complejos en términos de diseño y navegación. En cualquier caso, para poder sacar conclusiones efectivas sobre las nuevas lógicas de representación, es importante que estas narrativas surgidas del género documental evolucionen y pasen ciertos años para poder evaluar su impacto. La realidad es que necesitamos tiempo y mucha prueba y error para sacarles todo su potencial y posibilidades porque ¿acaso sabían los hermanos Lumière lo que tenían entre manos cuando presentaron el cinematógrafo en 1895?
Podría decirse que seguimos en etapa de experimentación; cuéntanos tus impresiones sobre el momento actual en este campo de la no ficción en México.
Durante los últimos años, el campo de la no ficción ha experimentado una serie de oleadas de cierta intensidad en diferentes países. Esta producción empezó más o menos en 2010 con actores franceses y canadienses involucrados en la producción de documentales interactivos y periodismo hipermedia principalmente (ARTE, NFB, los gobiernos de sendos países, productoras, diarios, etc.), Estados Unidos (The New York Times, MIT Open Documentary Lab) y otros países también se unieron con los años: Reino Unido (i-Docs, The Guardian), Holanda (IDFA DocLab, Submarine Channel), Alemania (Korsakow) o España (RTVE.ES, DocsBarcelona, Barret Films), entre otros. El ritmo de desarrollo bajó en los países europeos y del norte de América hacia 2015 y se focalizó en desarrollo y producción de proyectos de no ficción inmersivos. Paralelamente a esa bajada de interés por lo interactivo y transmedia, emergió en Latinoamérica una fuerte inversión en países como Argentina y Colombia, que ahora está derivando hacia otras latitudes como Brasil y México. No hay duda de que es el momento de México. Ambulante, a través del Salón Transmedia y el CoLaboratorio; las actividades del Centro de Cultura Digital; formaciones específicas en nuevos medios como el Grado Transmedia de SAE Institute o el Diplomado en Narrativas Multiplataforma de El Rule; así como otras iniciativas a lo largo y ancho del territorio, dan fe del buen momento que vive México en relación con las narrativas emergentes. El siguiente paso es la aportación del gobierno e instituciones privadas. En un momento tan interesante como el actual, solo el tiempo dirá si México se vuelve adicto o no a las nuevas formas de realidad.
Arnau Gifreu es productor, profesor e investigador. Doctor en Comunicación y máster en Artes Digitales. Ha sido investigador afiliado del Open Documentary Lab (MIT) y es miembro de la organización i-Docs (UWE). Autor de artículos y de libros sobre la no ficción/realidad interactiva, transmedia e inmersiva y el caso del documental interactivo.
Itzel Martínez del Cañizo es cineasta y programadora de cine. Su trabajo explora las prácticas coparticipativas, la curaduría pedagógica y sus diversas formas de incidencia. Sus documentales se han exhibido en festivales internacionales de cine y arte contemporáneo. Es estudiante del posgrado en Historia del Arte de la UNAM y programadora de Ambulante.
Esta entrevista se publicó en la versión impresa de La Revista Ambulante, a la venta en aquí.
Zacatecas 142-A, Roma Norte, Cuauhtémoc, C.P. 06700, Ciudad de México