Esta reseña forma parte del Cuaderno Ambulante, la publicación editorial de la decimoctava edición de Ambulante Gira de Documentales.
El caso Padilla consta del compendio de acervos audiovisuales que registran uno de tantos actos oscuros de matiz estalinista en la política cultural cubana posterior a 1959. El protagonismo recae en una grabación inédita, realizada bajo la dirección de Santiago Álvarez en las instalaciones de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), que muestra los sucesos de la noche del 27 de abril de 1971: la autocrítica y la delación de otros escritores pronunciada por el poeta Heberto Padilla.
El material, similar al del periodista Vitali Shentalinski y sus pesquisas sobre los arrestos literarios de la KGB, da fe de la palabra secuestrada. El ejercicio de consulta e intervención del archivo histórico, en el caso cubano, es una tarea pendiente en tanto la seguridad del Estado siga negando el acceso a la memoria. Pavel Giroud, por ejemplo, no ha revelado cómo tuvo acceso a las imágenes.
La diégesis montada por Giroud es una provocación al asombro que anida en la risa irónica, pero también en el gesto iracundo. Vaivenes todos encarnados en la actuación especial de Heberto Padilla. “El Caso” se había podido reconstruir, hasta ahora, a través de testimonios y ensayos culturales sobre la época. Lo más cercano a estar en primera fila era leer las transcripciones de la autocrítica y dejar a la imaginación los matices e inflexiones de la palabra hablada. Con esta película, el espectador encarna el rol de testigo, que implica, a su vez, la condición de ser cómplice de la historia. El vínculo entre pasado reciente y presente continuo que toma lugar en las escenas finales conlleva la siguiente interrogante: ¿qué se respalda cuando se apoya al proyecto cubano de revolución?
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